jueves, 11 de septiembre de 2008

Donde se para el tiempo


Se dice que, cuando uno puede verbalizar sus sentimientos, ya está en paz con ellos, y sean buenos o malos, causen dolor, tristezas, alegrías o satisfacciones, los admite, y como propios, los expresa.

Pues hasta hoy, parece ser, no he estado en paz con la I Subida al Pico del Águila, mi primera carrera de montaña, en toda su dureza y toda su belleza. Toda una experiencia, a la que seguramente no me hubiese enfrentado si no hubiera estado acompañada de esa pizca de inconsciencia con lo que uno se enfrenta a lo desconocido…. ¡Porque si lo llego yo a saber….!

Hasta hoy, ya han pasado diez días desde que, por probar, nos fuimos con unos amigos a Béjar a correr ni más ni menos que 23 Km de montaña, empresa que me proporcionó unos lindos andares de oca durante los tres días posteriores a la carrera. Semejante logro bien los merece, me decía una y otra vez cuando me enfrentaba a algún desnivel o escalón asesino.

La carrera se llamaba, I Subida al Pico del Águila, organizada por el Grupo Bejarano de Montaña, impecable, por bonita, por dura y por bien organizada. Con un desnivel acumulado de 2.600mts y unos los diez kilómetros centrales aterradores, la cosa era subir desde Béjar al Pico del Águila, llegar a la estación de esquí de La Covatilla y bajar.

Esperaba más gente "tranquila", teníamos cinco horas para finalizar el recorrido, incluso pensé que habría alguna persona dispuesta a hacerla andando a un ritmo vivo… Ignorante…. Estaba claro que esto no era una marcha senderista, aquí el que venía sabía lo que había (yo me puse al corriente más adelante). Más tarde supe que estaba allí la selección madrileña de montaña en pleno, unos fieras...y las mujeres…hicieron todas una carrera de quitarse el sombrero…y yo allí, con mis zapatillas de asfalto y mis piernas de mantequilla...pues ya me diréis. Bueno, no faltó un minuto para quedarnos solos a la cola de carrera, afortunadamente Manuel había decidido acompañarme.

Empezamos muy despacio los primeros kilómetros de subida hasta Candelario por la senda de la canaleja, terreno de piedras asentadas, vamos bien, esto es precioso, pensando en no gastar muchas fuerzas, que dicen que lo más duro está por llegar… Una vez en Candelario cruzamos el pueblo por sus empinadas calles, hasta llegar a la zona alta donde enlazamos con un estrecho camino que nos guiara para llegar al Canchal Partido. Aquí, la fuerte pendiente de alguna de las rampas me invita a alternar andar y correr, utilizo la técnica de las manos sobre los cuádriceps, que me parece más ortodoxa que la de las manos sobre los riñones, aun así soy consciente de que tan sólo estoy acercándome al kilómetro siete. Esto también es precioso...

…pero aquí empieza lo bueno, kilómetro siete, ya no hay camino, seguimos las señales para no perdernos, y me parece increíble, pero tenemos que subir campo a través por un pinar hasta lo que empieza a ser terreno rocoso, en este punto hemos rescatado a un corredor que se había extraviado y nos acompaña en la subida que poco a poco se va endureciendo. Comienza la escalada….veo el pico arriba y realizamos la ascensión en zig-zag , siempre con la esperanza de que el nombre de la carrera fuera algo simbólico, eso que dicen: “subida a la Virgen de las Cruces…pero a la Virgen ni la ves” y que nos desviasen por algún providencial camino. Pues aquí esto no va a ser así, no, alzando la vista alcanzo a ver algunos corredores que no paran de subir. Terreno rocoso… la leche, una pared con unos peñascos que en muchos momentos teníamos que escalar y para más, rodeados de escobas que nos impedían ver por dónde pisábamos... por fin llegamos arriba, kilómetro nueve ¡Dios mío! ¡Hemos tardado la friolera de 61 minutos en hacer dos kilómetros! En la montaña el tiempo…se detiene. Esto también es precioso...

Del Pico del Águila al Pico Alaiz, hay una pequeña bajada y un corto terreno llano, por fin un avituallamiento al que llegamos con hambre de melón, higos y frutos secos. Paramos poco tiempo, hay que volver a correr. Desde este último Pico donde se encuentra la figura de la Virgen de las nieves, empieza una fuerte bajada hasta toparnos con el camino que sube de Béjar a la sierra. La bajada, para besar el suelo uno o dos veces, aquí empieza lo divertido, me digo. Ya con el cansancio acumulado y los tropezones de la bajada, me daba la risa. Manuel, contagiado por mi risa, me reñía, si te rieses menos correrías más...pero... ¡qué difícil es controlar la risa en los momentos de tensión!

Cuando desde abajo, ya en el KM 15 volví a ver el Pico, casi me desmayo. Menos mal que vamos ahora por una pista…que no dura ni 100 metros; de nuevo nos desviamos por una senda ascendente que, tras varios cruces con la pista nos llevara a empalmar con el camino que nos lleva a Candelario y de ahí a la meta. En este momento me dan ganas de correr mas rápido. con algo de rabia, mis piernas me piden rodar en llano, se rebelan contra esta nueva forma de correr, acostumbradas a los ritmos constantes de los caminos pacenses..

Al llegar a meta mi corazón me dice que han merecido la pena, y mucho, esas intensas cuatro horas y nueve minutos que nos ha durado el recorrido a Manuel y a mi. Esta carrera la recordaré toda mi vida, como si de un primer maratón se tratase.

Fotos